La concepción y diseño de experiencias inmersivas y sensoriales es una tendencia que toma fuerza en el mundo museístico, ya que combina elementos y estrategias del teatro, del museo tradicional, del videojuego y también del parque de diversiones. Para entender de qué se trata, comparto la propuesta Imagine Van Gogh, que se presentará por primera vez en Sudamérica. ¡Allá vamos! 👐
Lo primero a decir es que esta clase de exposiciones vino a competir de lleno con las muestras tradicionales, repletas de vitrinas, objetos y carteleras explicativas. La primera imagen que se nos viene a la mente cuando pensamos en museos, no?.
Como ya les comenté, esta concepción está empezando a cambiar porque algunos museos vieron la necesidad de actualizar sus propuestas a los nuevos tiempos que corren.
Es decir, en un mundo que está construyendo su metaverso (un concepto que denota la siguiente generación de internet, que describe una experiencia inmersiva y multisensorial en el uso aplicado de diversos dispositivos y desarrollos tecnológicos en internet), los museos no pueden seguir aplicando las mismas estrategias de mediación cultural que hace siglos. Si dejan de ser relevantes para las nuevas generaciones, que ya adoptaron nuevos hábitos de comunicación y consumo cultural, necesariamente tienen que modernizarse.
Les comparto una infidencia: no toda la comunidad museística está de acuerdo con este enfoque. De hecho, el “ala dura” de la museología tradicional inventó el término “disneylandizacion”, en clara referencia al parque, con el fin de ningunear a toda esta nueva corriente.
Pero quienes sí promovían el cambio, fueron a ver qué estaban haciendo otras industrias culturales y allí apareció el teatro para inspirarlos y de él, tomaron las escenografías para dar contexto a las historias. En un teatro todo es construido para la obra, los objetos son simulacro, no tienen un valor patrimonial o simbólico. Por el contrario, todas las piezas de las colecciones de museos poseen una significación cultural determinada que justifica su debido resguardo.
Entonces, ¿cómo se podrían congeniar estas dos situaciones? Creando ambientaciones ficticias para objetos de valor patrimonial. Es decir, si un museo quiere contar cómo era la vida de una familia de clase alta en Buenos Aires del 1900, seguramente resulte más placentero para el público ver la recreación de una cocina y no solo la vajilla en una vitrina.
¡Aclaración super importante! Siempre que se combinan “reconstrucciones museográficas” con objetos patrimoniales, debe hacérselo saber al público, normalmente mediante cartelitos.
Esta iniciativa, pionera a mitad del siglo XX, fue evolucionando hasta convertirse en puestas en escena que sumergen al visitante en experiencias que apelan a la emocionalidad y a impactar de lleno en la mayor cantidad de sentidos sensoriales posible. Ya no basta con lo visual, se suman estímulos auditivos, olfativos, táctiles y/o kinestésicos.
Se rompe ese espacio escenario-espectador o exposición-visitante. El espacio se vuelve un todo porque el público abandona su lugar pasivo y se convierte en partícipe necesario, con todo su cuerpo, en la construcción de la historia la cual va surgiendo a medida que recorre la exposición, que vive la experiencia.
Tuve la oportunidad de ir a una muestra en el Victoria and Albert (2018) que siempre uso de ejemplo. Se llamaba Ocean Liners: speed and style. (Transatlánticos: velocidad y estilo). No me interesó mucho hasta que me vi sumergida en la cubierta de un barco, escuchando gaviotas y jazz, viendo proyecciones y hologramas de humanos caracterizados para bajar las escaleras de sus habitaciones, ver las estrellas en el techo (miles de diminutas lucecitas) y ver personajes (maniquíes a escala en posición de nado) en la piscina. Me había convertido de golpe en una polizón del siglo XX. Sentí eso. Y esa es la clave. Me hicieron sentir, me trasladaron a otro mundo y a otro momento, combinando escenografía y objetos patrimoniales.
Al irrumpir la cuarta revolución tecnológica, la realidad virtual y la realidad aumentada, hablamos de tecnología propia de los videojuegos, empezó a ser utilizada en este tipo de propuestas que se diversificaron, llegando en algunos casos a no tener expuestos objetos tangibles. Y dentro de este tipo de oferta podemos plantear una subclasificación: las muestras de arte digital inmersivo que se crean a partir de la desmaterialización de obras de arte tangibles y preexistentes, como es el caso de Imagine Van Gogh o de experiencias de arte digital interactivo y creado de cero como es el caso de Team Lab. Estas muestras son cada vez más usuales en el hemisferio norte. Veremos si la del neerlandés abre la puerta a que otras producciones aterricen por nuestros pagos.
Flor Croizet
Dejo enlaces, para quienes quieran curiosear un poco más 👀
Team Lab https://www.teamlab.art/es/
Imagine Van Gogh https://www.imagine-vangogh.com/?lang=es
Expo Ocean Liners https://www.vam.ac.uk/exhibitions/ocean-liners-speed-style
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